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Menores de Oaxaca dejan labores para volver a las aulas

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Foto(s): Cortesía
Nadia Altamirano Díaz

Nadia Altamirano Díaz

 

Volver a la escuela primaria en San Juan Bautista Atatlahuca significa para Rubí y Oswaldo dejar por un rato las tareas en el hogar y en el campo, habilidades que fortalecieron durante la pandemia.

Su mamá Minerva admite que en más de dos años de pandemia ella pudo enseñarles las responsabilidades del hogar, sobre todo a Rubí de 10 años que ahora sabe cocinar cosas básicas y preparar la masa para las tortillas, pero en contra tiene el atraso escolar.

“Ellos ya quieren ir a clases, porque ya se aburrieron de estar en casa”, reconoce en un contexto rural donde seguir una clase virtual por las plataformas digitales era imposible por las fallas en el servicio de internet.

Con el inicio de la pandemia de COVID-19 las escuelas se cerraron para disminuir la movilidad y evitar contagios. El 30 de agosto pasado, con el inicio del ciclo escolar 2021-2022, en Oaxaca 3 mil 133 de 11 mil 272 escuelas de educación básica iniciaron clases presenciales.

En 8 meses el IEEPO sólo ha reportado 660 escuelas más que se incorporan a esta modalidad, en algunos casos con horarios reducidos para alternar la presencia de grupos o determinados días, como en Atatlahuca, un municipio a 94 kilómetros de la ciudad de Oaxaca que a partir de este miércoles el alumnado sólo acudirá 3 de 5 días a la semana.

Comprarles un par de libretas para complementar los útiles y libros que ya tenían fue lo que este martes hizo Minerva. Para Amado, su hijo de tres años adquirió unas crayolas porque apenas cursa el primer grado de preescolar.

“A ver qué tal se va a poner, porque es su primer día”, expresa recordando que su otro hijo, Oswaldo, lloró mucho cuando ingresó al preescolar.

De Rubí y Oswaldo, el desempeño escolar en pandemia no fue el mismo que acudir a la escuela: “Están muy atrasados, porque dos años es para que avanzaran, pero no”.

A Rubí le toca quedarse en casa y es su hermano el que suele salir con su abuelo a ayudarle en el campo o con su primo a cuidar chivos desde 10:00 de la mañana, para volver seis horas después.

“Mi hija ya se acostumbró a estar en la casa, ayuda a lavar los trastes, a barrer, a moler el nixtamal y cuando salgo a trabajar, a pizcar en el campo o arrancar frijol cuando es temporada, ella se encarga de la casa, sabe hacer una arroz, una sopita y mi hijo también aprendió, además que le gusta ayudar en la casa”, culminó.

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