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Jacobo y María Ángeles: amor y pasión en Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Carina Pérez García

SAN MARTÍN TILCAJETE, Oaxaca.- Al alimón podría definirse el vínculo creativo y amoroso que desde hace 24 años mantienen los creadores María del Carmen Mendoza Méndez (1977, Oaxaca) y Jacobo Ángeles Ojeda (1976, Oaxaca). El matrimonio que han construido con una relación de pareja estable, se ha fortalecido con el trabajo creativo que día a día vierten en su taller, uno de los más famosos del estado y el cual han dado a conocer en el resto del mundo.


Los artistas son originarios de la tierra zapoteca, cuyo nombre 'tilcajete' es una adaptación que hace referencia al cultivo de la grana cochinilla, ocupación principal del pueblo en los tiempos de la colonia. La vena creativa ambos la traen de sus padres y generaciones anteriores, ya que la actividad principal en este municipio de los Valles Centrales es la talla y decoración de figuras de madera.



Jacobo detalla con pulso preciso una de las máscaras que ayer se bailaron en el carnaval. FOTO: Carina Pérez

Nace el amor


En el corazón de su taller, un espacio luminoso desde el cual observan diariamente la producción de las piezas, reciben a los turistas, atienden a sus invitados y ven llegar la cosecha de maíz para abastecer las cocinas del taller y el restaurante en el que emplean a 150 personas de la comunidad. Jacobo y María recuerdan cómo se conocieron.


Acuerdan previamente hablar él de ella y ella de él. Jacobo viste una camisa de manta blanca con pensamientos bordados, técnica característica del valle de Ocotlán. Ángeles luce una blusa rosa bordada a mano, al estilo de la Sierra Norte.


Él comparte sus reminiscencias mientras decora una de las máscaras para el carnaval: "Nos conocimos en 1994, muy jóvenes en una mayordomía del 24 de diciembre, en la que la madrina del niño junta a todos los jovencitos para que se conozcan. El anfitrión organiza la fiesta para el niño Dios y la lleva desde la mañana. Nos invita algún taco y de esta manera interactuamos".


Tras este encuentro, Jacobo y María unieron sus vidas, respetaron esa conexión espiritual que los ha mantenido juntos, así como el innovar, crear y preservar diariamente a  los tonas, animales del calendario zapoteco y nahuales, animales fusionados con el ser humano.


Creatividad familiar


Involucrados al cien por ciento con su proceso creativo, ambos comparten su historia para la entrevista mientras decoran las máscaras para el carnaval ancestral que ayer bailaron los diablos. El haber unido sus nombres en una marca fue sugerencia de una de sus coleccionistas, quien pidió que Ángeles también firmara las piezas, porque anteriormente era el hombre el único que ponía su nombre en cada talla decorada.


María y Jacobo tienen dos hijos, Ricardo y María Sabina, ambos involucrados totalmente con la pintura; la pequeña más inclinada a la gastronomía y el mayor, a la pintura mural. En el taller, Jacobo y María concentran a un centenar y medio de personas, divididas en el taller de madera, cerámica, joyería y en el campo, quienes forman parte de una gran familia.


"Día a día hay diferentes retos, el más importante y que mantenemos es el de apoyarnos el uno al otro, en todo momento. Desde la producción para una exposición, hasta recordarnos las fechas importantes. Ella es más centrada y estratégica, yo me enfoco más a las relaciones públicas, ella ve la parte financiera".


Jacobo comenta que en el taller se dividen de dos formas: a él le toca la búsqueda del mercado, capacitación y el financiamiento. A ella, la administración y el financiamiento. Ambos comparten la producción. Cada pieza tiene su sello, el de ambos, por eso firman los dos.


Un estilo para dos


"A veces estamos pintando un cuadro juntos, nomás le digo a Jacobo: 'Arrímate un poquito para allá'". El estilo que los caracteriza es la filigrana en pintura, básicamente la firma de su marca, mucha geometría detallada y colorida, siempre con su identidad zapoteca bien clara.


A pesar de que coinciden que como creadores la parte más sacrificada de su trabajo es ausentarse de su casa para promocionar sus piezas en ferias, buscar mercado y seguir manteniendo toda la plataforma que crearon, saben que es el precio para poder continuar este legado para sus hijos y su comunidad.


Además de sus creaciones en madera, joyería, cerámica y próximamente en bronce, ambos ofrendan su visión ecológica al reforestar cada año con la plantación de nuevos copales, por esqueje y semilla, para las futuras generaciones; además de trabajar el vivero y en la siembra de maíz, en el campo. El círculo se cierra con su manera de honrar la tierra y el espíritu creativo.

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