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LECTURAS PARA LA VIDA: Cuentos del Doctor Lector Mostrar pesos de la fila; El chavito de la calle 23

segunda-portada
Foto(s): Cortesía
Redacción

Paco Ortega

 

Primera de seis partes

 

Hace algunos años, llegué a vivir y a chambear a León; no tenía dinero ni trabajo, así que mi compa Mario se apiadó de mí y me prestó su consultorio por las tardes; si algo caía en la trampa ahí lo veía, y nos alternábamos el lugar, campechaneando, un ratito él, un ratito yo, compartiendo tiempo, espacio, gastos y ocio. El trabajo fue creciendo y poco después se desocupó una oficina en el mismo edificio y renté mi propio changarro.

Desde un principio, me llamó la atención un chavito que pedía limosna en la calle, a la entrada del edificio, sentado o semi sentado, pero con un movimiento raro; como bailoteando, movía el cuello, la cabeza y las manos de una manera extraña, sin descansar, no hablaba, solo emitía un gruñido, era como un cabeceo, luego bamboleaba la cabeza, cuello y tronco, al igual que las manos, con un movimiento que serpenteaba, medio  tembloroso, inconstante e irregular, variable, medio coreiformes, medio distónico–atetósicos;  pero no típicos, no era balismo ni  clonus.

Recordaba un poco al muñeco bailarín del S. de Kinsbourne, pero no había opsoclonus, ni siquiera un nistagmo. Solo puedo decir que sus movimientos eran estereotipados; de repente, cuando pasaba alguien, se impulsaba velocísimo como un resorte para pedir limosna y aumentaba su bamboleo. 

Nunca lo vi caminar; cuando yo llegaba al trabajo, él ya estaba ahí y no veía cuando se iba, así que no sabía si caminaba o no. En automático, se me encendió el tablero mental de posibilidades diagnósticas: Síndrome de opsoclonus-mioclonus, corea, espasmo nutans, parálisis cerebral mixta, epilepsia refleja, trastorno del espectro autista, tic motor complejo, temblor, y de plano lo metí en el capítulo de trastornos del movimiento, para un mejor abordaje.

Como estaba muy limitada la posibilidad de obtener una historia clínica, el estudio más avanzado en medicina, me propuse estudiarlo, analizarlo, y busqué algunas estrategias detectivescas para no parecer tan obvio. Un día paré a un elotero enfrente y cerca del chavito, para observarlo de cerca.

Continuará el próximo miércoles…

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