Alejandro José Ortiz Sampablo
Semanas atrás me percaté de que había abandonado la costumbre de escribir sobre experiencias que recogía en mi vida cotidiana, misma que comencé a cultivar cuando viajaba a la región del Istmo a brindar atención psicoanalítica de manera gratuita con la Brigada que creamos en el INEIP A.C. para atender de forma emergente las secuelas emocionales que tuvo en los pobladores de la región el sismo del 7 de septiembre de 2017.
La experiencia que los psicoanalistas recogimos en ese entonces fue rica en muchos sentidos. Salir del consultorio para brindar atención a quienes en unos instantes vieron su vida cambiar radicalmente como consecuencia del terremoto, fue un compromiso que sostuvimos por un año. Las primeras semanas posteriores al terremoto nos quedamos a vivir ahí, y después, viajábamos cada domingo por la noche de la ciudad de Oaxaca a Juchitán y desde ahí, a Unión Hidalgo, donde nuestra primera actividad del día era transmitir un programa en la radio comunitaria, donde abordamos distintos temas, con la intención de que los pobladores acudieran a tomar consulta.
Al finalizar, nos dirigíamos a la cocina comunitaria “Mujeres indígenas en defensa de la vida” donde nos brindaban alimento y un lugar para atender a nuestros pacientes.
Por la tarde del lunes partíamos rumbo a Asunción Ixtaltepec, donde nuestra muy querida Doña Rosalit nos esperaba para darnos techo, merienda y un lugar para descansar. Por la mañana del martes partíamos a Ciudad Ixtepec, para atender a alumnos del CECYTE Plantel 22 y cuando terminábamos partíamos de regreso a Ixtaltepec, donde atendíamos por la tarde pacientes, labor que continuábamos al día siguiente.
El miércoles por la noche, en ocasiones a toda prisa, partíamos a Juchitán para tomar nuestro autobús de regreso a Oaxaca. Esa fue nuestra rutina hasta que concluimos el compromiso pactado y adoptamos otra comunidad en la sierra Chontal.
Una nueva sección
Lo que les acabo de narrar cobrará sentido en las siguientes notas, espero no lo tomen como presunción. Hace tiempo que no escribo asiduamente y ahora, que retomo esta costumbre, es mi deseo hacerlo para la sección que se publica en este día, la cual la dedicaré a la enseñanza del Psicoanálisis. Para ello, tomaré anécdotas recogidas de mi vida cotidiana, de los seminarios que imparto y de fragmentos de los textos psicoanalíticos escritos por Sigmund Freud.
El terremoto cambió nuestra manera de abordar la clínica psicoanalítica y nos llevó a generar lo que llamamos dispositivos clínico-sociales, pues fue necesario crear nuevos paradigmas para dar solución a lo que el estado de emergencia nos exigió.
En esta sección de “Consultorio del alma”, que tendrá como subtítulo “Psicoanálisis y formación”, abordaré en las primeras notas la trascendencia que en nuestra -enseñanza-aprendizaje tuvo para nosotros brindar servicio comunitario.
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