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Consultorio del alma. Cuenta conmigo | Anhelo de amor, Autoengaños del Yo

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Daniela Clarisa Concha León

En la vida de pareja hay un sin fin de situaciones que vuelven la relación un campo rico de elementos para sentir frustración constantemente. Pues en la convivencia y entrega al ser amado suele estar llena de ilusiones, fantasías y demandas de amor que, en su mayoría, no son cubiertas y en ocasiones son rechazadas o sustituidas por sinsabores. En las relaciones siempre hay más de una versión; si observamos con detenimiento para el hombre, las expectativas en la relación amorosa están determinadas por el principio de placer-displacer.

En el caso de la mujer, la situación se torna compleja.  Las mujeres pasan por situaciones que las hacen quedar atrapadas en relaciones que evidentemente no les causan más que decepción y malos ratos, llenos de lágrimas y gritos.

Muchas personas que las ven desde el exterior suelen recriminarles, cuestionarlas fuertemente e incluso rechazarlas por considerarlas poco capaces de tomar una decisión asertiva.

Pareciera que son incapaces de dimensionar que no son amadas, que incluso son despreciadas por aquel a quien aman, sin preocuparse por su bienestar o el de sus hijos, si es que estos existen.

Sin embargo, dentro del campo psicoanalítico, entendemos que los procesos psíquicos no responden al raciocinio idealizado colectivamente, que no es tan sencillo como decirle a aquella mujer “tu mereces más, sal de ahí” para que ella haga lo sugerido. Te cuento una anécdota, sacada de la ficción, pero cercana a la realidad Mirna, una mujer de 38 años quien vivía con su pareja desde hace ocho años, consideraba que

tenía una relación fuerte, saludable y con mucho futuro con Pablo. Él tenía el gusto de hacerle

bromas al respecto de su aspecto físico, forma de hablar, grado de estudios, incluso de sus amistades. Tildaba de pequeñeces que él se desapareciera durante días para beber y a su regreso, ante sus reclamos, la tachaba de loca y tóxica por llamar a todos sus amigos para saber dónde estaba. Mirna pensaba que tenía suerte, pues al menos Pablo no la golpeaba. Se consolaba pensando que cuando estaba sobrio y de buen humor era tierno, atento y trabajador. Sin embargo, todo cambió el día en que Pablo comenzó a hablar de una compañera de trabajo, Pamela, recién egresada de la universidad a quien él describía como torpe, ineficiente y lenta.

ara Mirna eso fue extraño, que su esposo le dedicara gran parte de la conversación durante la cena a alguien que le caía mal y no solo eso, ella observaba una mirada particular, acompañada de una sonrisa coqueta cuando hablaba de aquella mujer. Mirna se sentía consternada pues esa mirada hace tiempo la vio, cuando él la cortejaba, y entre ellos existía esa tensión y complicidad antes de ser pareja. Para Mirna todo empezó a ir peor. En 

ella nació un sentimiento que la aplastaba, se sentía enojada, pero no con Pablo sino con esa otra mujer que le había quitado lo que era suyo, y a la que hizo responsable de su desamor.

¿Cuántas mujeres han pasado por una situación similar, culpando a la otra mujer, reforzando la negación que ha prevalecido en aras de sostener el anhelo de amor de ese hombre?

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