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El asesinato de Anastasio Somoza García, el padre de la dinastía

Foto(s): Cortesía
Aleyda Ríos

Agencias

El 21 de septiembre de 1956, un poeta suicida disparó contra Anastasio Somoza García, el padre de la dinastía más sangrienta de la historia de Nicaragua.

Los testimonios sobre aquel magnicidio han servido para contar la historia, de principio a fin, de la muerte del dictador que gobernó Nicaragua durante veinte años como su finca familiar.

El camino hacia el poder absoluto

Anastasio Somoza nació en 1896. Su padre era un rico plantador de café en San Marcos. Después de haber estudiado en la Universidad de León se trasladó a Estados Unidos para ampliar sus estudios. Allí conoció a su futura esposa, Salvadora de Bayle, estudiante como él y relacionada por lazos de parentesco con las familias más influyentes de Nicaragua.

Casados en Estados Unidos en 1919, no regresaron a su país hasta 1925. En esta época fue nombrado recaudador de impuestos en León. De carácter duro, sus actividades violentas se hicieron famosas a lo largo de su dilatada política. 

La invasión de Nicaragua por el ejército de Estados Unidos cambió el futuro de Somoza. El gobierno norteamericano impuso a Adolfo Díaz como presidente de Nicaragua y organizó una Guardia Nacional entrenada y disciplinada por oficiales yanquis.

Contra la intervención norteamericana protestó Augusto César Sandino, que sostuvo una lucha de guerrillas contra las tropas que ocupaban el país.

En 1929, mediante unas elecciones vigiladas por las fuerzas de ocupación, venció José María Moncada, que fue reconocido inmediatamente por el gobierno de Estados Unidos y por otros de América.

Anastasio Somoza fue un buen colaborador de las fuerzas norteamericanas, ocupando el cargo de gobernador de León y después el de secretario del jefe de la Guardia Nacional.

En 1932, tras numerosas negociaciones entre los dos gobiernos, se retiraron gradualmente de Nicaragua las tropas norteamericanas. En estas negociaciones una de las condiciones impuestas por el gobierno norteamericano fue conceder la jefatura de la Guardia Nacional a Anastasio Somoza, que gozaba de su completa confianza.

La traición a Sandino

En 1933 Sandino se reconcilió con el gobierno nicaragüense y aceptó un acuerdo por el que se entregarían tierras a los soldados de Sandino que habían luchado para defender la libertad de la patria.

Convenida la paz y respetada por Sandino, el 22 de febrero de 1934 fue invitado a cenar en los alrededores de Managua, y a su regreso cayó en una emboscada preparada por la Guardia Nacional. En el ataque murió Sandino.

Somoza, organizador del atentado, se convirtió prácticamente en el dueño del país al desaparecer de la escena política Sandino, el máximo enemigo de los intereses norteamericanos en Nicaragua.

A partir de esta fecha la influencia de Somoza en la política de su país fue total, y nadie desde entonces podría llegar a la presidencia de Nicaragua sin su consentimiento.

Somoza, electo presidente

En 1936 fue elegido presidente de la República, manteniéndose en este puesto hasta 1947. Gracias a su influencia política, Somoza se convirtió en un poderoso terrateniente y propietario de numerosas empresas comerciales.

En 1939 Somoza hizo aprobar una nueva Constitución que se adaptaba a sus deseos de imponer en Nicaragua un sistema autoritario de gobierno. 

Después de diez años de gobierno personal, Somoza deseó abandonar la presidencia y gobernar desde su casa, con un presidente elegido por él. 

En las elecciones para la presidencia triunfó el partido gubernamental. El nuevo presidente, Leonardo Argüello, era un íntimo colaborador de Somoza y hombre de su confianza.

Una vez en el poder, Argüello quiso desligarse de Somoza, que le había elegido, intentando controlar la Guardia Nacional, viejo feudo de Somoza. Pero el ejército permaneció fiel a su general, y el 26 de mayo de 1947 detuvo al presidente Argüello, que logró salvar la vida gracias a la intervención del cuerpo diplomático. Consumado el hecho, el Congreso nombró presidente provisional a Benjamín Lascayo Sacasa, hombre oscuro, pero fiel a Somoza, quien se reservó en este gobierno la cartera del Ejército, Marina y Aviación.

En la última crisis un grupo de oficiales de la Guardia Nacional no obedeció las órdenes de Somoza, lo cual, unido al descontento reinante en el país, decidió al general Policarpo Gutiérrez a sublevarse contra el gobierno. Pero su movimiento fracasó, y la oposición fue silenciada con el terror.

El 6 de noviembre de 1950 promulgó Somoza una nueva Constitución que restauraba el sistema bicameral, y nuevamente el 11 de mayo de 1951 tomó posesión de la presidencia.

Primer atentado

Su larga presidencia al frente de la política del país favorecía el descontento de la oposición, que el 5 de abril de 1954 atentó contra su vida. Somoza salió ileso.

El atentado fue organizado por un grupo de individuos que, según la policía, pertenecían a la Legión del Caribe, y estaban mandados por Jorge Rivas Montes, natural de Honduras y jefe de operaciones de aquella organización. La agresión se produjo en una carretera cerca de la capital, y los agresores dispararon contra el automóvil del presidente con fusiles automáticos. El incidente fue aprovechado por el gobierno para imponer fuertes medidas de seguridad en el país.

Los últimos años del gobierno de Somoza se caracterizaron por un fuerte nepotismo. Su hijo mayor, Luis Somoza, de treinta y cuatro años de edad, era presidente de la Cámara de Diputados, y su hermano Anastasio, dos años menor, ejercía la jefatura de la Guardia Nacional.

La muerte del dictador

El 21 de septiembre de 1956, en la ciudad de León, exactamente en la Casa del Obrero, a las 9 de la noche durante una fiesta, un solitario hombre de 28 años de edad, Pascual Rigoberto López Pérez, disparó cinco veces contra el Presidente de la República, Anastasio Somoza García, de 60 años de edad.

De los cinco tiros, cuatro dieron en el blanco y provocaron la caída de Somoza hacia un costado, pero iba herido de muerte.

El poeta, así era conocido en León, jaló el gatillo de un revólver calibre 38, marca Smith and Wesson, a una distancia de unos seis metros, mientras se desplazaba bailando al ritmo de la orquesta Occidental Jazz.

Se puso en cuclillas y con ambas manos sostuvo la pistola y disparó hasta que un guardia de la escolta presidencial le dio un culatazo en la nuca que lo lanzó de cara al piso, donde recibió el primero de 54 balazos que lo desfiguraron.

Se armó el caos en el baile y Nicaragua empezó a sufrir, por varios años, la más feroz represión militar de las que se tenía memoria hasta entonces: 500 personas fueron encarceladas y torturadas bajo sospechas de conspiración.

La Policía identificó al agresor como Rigoberto López Pérez, periodista y poeta. Según la versión oficial pertenecía a la Legión del Caribe.

A la muerte del presidente días después, el Congreso eligió a su hijo Luis para cubrir la vacante que dejó su padre. Con la muerte de Somoza, Estados Unidos perdió uno de sus más fieles aliados en la zona del Caribe.


 

 

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