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El lector furtivo: Sala de lectura Casa Yaza

Foto(s): Cortesía
Redacción

Por: Rafael Matus

Manuel Matus Manzo ha sido llamado maestro, patriarca, general o taganero, según quien lo nombre. Es un escritor ixhuateco que cultiva la poesía y la narrativa. De él se ha dicho que es continuador de la tradición literaria de Andrés Henestrosa, su paisano; pero, además, se ha preocupado por trabajar constantemente en favor de la cultura de su pueblo natal. Siguiendo el ejemplo de su amigo, Francisco Toledo, el maestro Manuel ha  querido, literalmente, regalar a sus paisanos un espacio donde la cultura, el arte y la literatura se hagan presentes. El lugar lleva por nombre Casa Yaza y se inauguró este 25 de noviembre en el marco del 4º Encuentro literario y Feria del libro Otoño de la Palabra.

La recompensa para esta iniciativa no es otra que ver a la gente acercarse a estas expresiones del quehacer humano para volverlas parte integral de sus propias vidas, como en su momento le ocurrió al niño montaraz que fue y a quien la escuela no le sentaba del todo bien. El mismo Manuel cuenta que su vida cambió cuando de labios de un tío suyo —de cuyo nombre no quiero, o más bien, no puedo acordarme—, escuchó las aventuras de El Quijote de la Mancha. Tengo entendido que aquel hombre de campo, lo mismo que el manchego, comprometió parte de su hacienda por su desmedido amor a los libros, mal ejemplo que sigue nuestro reseñado.

Matus es un hombre de acción, capaz de retar a los lagartones del río de Ixhuatán a una competencia de nado, sabedor de que las deidades (o las musas), le ayudarán a salir vencedor. Como hombre de acción y poeta, el maestro Manuel ha puesto manos a la obra para crear Casa Yaza, sala de lectura, galería de arte y centro cultural independiente que surge a partir del esfuerzo de una familia. Ofelia Martínez y Manuel Matus fomentaron en sus hijos, entre ellos Irlanda —artesana de oficio y ahora directora del espacio—, el gusto por el arte y por los libros.

Ubicada en el Barrio de los Monos, Casa Yaza es un lugar de puertas abiertas y amplios espacios funcionales para desarrollar  las distintas actividades que ahí se realizan, entre conciertos, talleres y presentaciones de libros. Altamente significativo fue que durante el discurso  inaugural del recinto, la primera fila estuviera ocupada por los niños que algún día, como dice el poeta Jorge Magariño, regresarán a Ixhuatán toda esa imaginación que van a cultivar en ese nuevo espacio.

El Otoño de la Palabra y Casa Yaza son también el resultado de tequios y donaciones de una multitud de mujeres y hombres que se congregan como el viento en torno del maestro Manuel. Sabedor de que cometeré muchas omisiones involuntarias, menciono entre ellos a Magdalis Padilla, Shinzaburo Takeda, Jorge Pech, Jorge Magariño y Víctor García. También se tratan de iniciativas que trascienden la temporalidad y los vaivenes de la política. Así lo han sabido ver las distintas autoridades de San Francisco Ixhuatán y de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca que han apoyado su realización.

Es así como el pueblo de Ixhuatán recibe cada otoño a una horda de salvajes y salvajas movidos por el amor a las letras, entre poetas, escritores, editores y libreros que vistos en bola podrían parecer bastantes, pero siempre quieren ser muchos más.

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