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Alternativa Bioclimática: Elaboran ladrillos con desechos en Oaxaca

obra-portada
Foto(s): Cortesía
Nadia Altamirano Díaz

En medio de la crisis climática que lleva a la población a enfrentar elevadas temperaturas, la elaboración de ladrillos con materiales de desecho son una alternativa de construcción bioclimática.  

Además de  que evitan la emisión de contaminantes, ofrecen un precio 10 por ciento más bajo y ayudan a regular la temperatura ambiental de la construcción donde se emplea.

Dependiendo del color y la textura que se quiera obtener, se puede utilizar papel bond triturado o cartón que se revuelve con tierra de tonalidades particulares, resina de árbol y la vinaza que se desecha del proceso de elaboración del mezcal.

“Cuando construimos con este ladrillo tenemos una temperatura de 22 a 24 grados”, explica Paúl Pérez Sampablo, quien se planteó el proyecto Dendro -vocablo que por proceder del griego significa árbol- cuando cursaba en la Universidad Autónoma de México la maestría en arquitectura bioclimática.

Ocho años atrás, cuando Paúl comenzó a experimentar con diferentes ingredientes, ni el estiaje ni las altas temperaturas representaban un problema cotidiano en Valles Centrales o se carecía de un relleno sanitario.   

Con esos problemas ambientales aún lejanos, el arquitécto Paúl hurgó entre sus vivencias infantiles y recordó que en Santiago Yolomecatl, un municipio de la región de la Mixteca, se utilizaba la trementina vegetal para enyesar alguna parte del cuerpo. 

Cuando su abuelo Porfirio se fracturó el antebrazo izquierdo y le acompañó al huesero, observó como usaba la trementina para hacer la  moldura.

Ese conocimiento sobre la trementina, que es una resina obtenida de árboles como pino y que tiene diferentes usos medicinales, le permitió a Paúl endurecer un ladrillo muy similar al  adobe, sin que tuviera la misma fragilidad. 

“Se busca recuperar desechos de industrias del mezcal o el papel que como no saben qué hacer con ellos; los queman o entierran”, reflexiona con la satisfacción de contar con un material de concreto totalmente natural.

 

 

Secados al sol

El proceso de elaboración comienza con la trituración del papel o el cartón, que debe ser pesado antes de mezclaro con la vinaza que a punto  de ebullición se mezcla con la resina.

En una máquina ensamblada en un taller de herrería, la revolvedora hace el trabajo de fusionar los ingredientes.

Una vez incorporados los ingredientes, la mezcla sube a una tolva a través de una rampa. Los moldes comienzan a ser llenados y se aplica carga  con un  compresor.

Con  ayuda de la máquina dos  trabajadores pueden realizar cien ladrillos por día, de tres en tres, que ponen a secar.

Los rayos del sol evitan que se requiera la cocción en un horno tradicional de ladrillo, pero requiere esperar 15 días para que obtengan la dureza que les permita soportar hasta 31 toneladas de peso.

Hace apenas tres años Jorge Pacheco Santiago, quien por el incrementó de insumos cerró su carpintería  durante la pandemia, domina ahora el proceso de elaboración de este tipo de ladrillos.

“Es algo nuevo para mi porque desconocía que se podían hacer ladrillos con  desechos”, reconoce el hombre de 49 años.

Si bien debe colar la tierra por una vieja base de una cama que en esta pequeña fábrica tiene un nuevo uso de “criba de uso rudo”, para él “no es un trabajo pesado, sino paciente y de concentración para poner las cantidades exactas de los materiales”.

Pero hacer ladrillos no lo consiguió en unos cuantos días, sino que “tardé un mes y medio para aprender” a “ayudar que lo desechable se recupere” con un nuevo uso, algo que al inicio “no lo creía posible”.

 

 

Segundo uso

En esta pequeña fábrica de ladrillos, hasta los limones exprimidos tienen una utilidad, ya que la cáscara es necesaria para oxidar y darle un tono naranja a la grana cochinilla.

Hace apenas dos años este proyecto todavía no era autosustentable, pero a partir del 2023 permite pagar los sueldos de dos trabajadores de planta y los eventuales que se requieran.

Aunque las cifras de producción todavía son conservadoras porque en 2023 se consiguió  una producción anual de 6 mil ladrillos, Paúl está seguro que se va abriendo camino.

Se tiene en puerta pasar las evaluaciones para construir diez casas de interés social, donde cada una requiere 3 mil ladrillos para 30 metros de construcción.

“En Oaxaca es super caro construir una casa, además de bajar los costos, cuando construimos con estos ladrillos tenemos 17 grados de amortiguamiento térmico”, resalta Paúl.

Con la producción tradicional, elaborar un ladrillo equivale a 2 días de combustión que permite alimentar a una familia. 

“Son 270 gramos de dióxido de carbono liberado”, además de que la industria del mezcal requiere de cuatro litros de agua para producir un litro de la bebida destilada.

“Nosotros no usamos agua limpia, sino vinaza”, que es un residuo líquido natural con alta carga orgánica y elementos disueltos. 

“Ante el desabasto de agua darle un uso a la vinaza es una alternativa, requerimos irnos a los desechos de destilados para transformarlos en biomateriales”, expresa convencido de que el calentamiento del planeta requiere frenar el consumo de productos de un sólo uso o con un alto costo ambiental.

 

 

Ingredientes:

  • Cartón o papel bond triturado.
  • Resina de árbol o fósil (ambar).
  • Vinaza de agave.
  • Polvo de piedra cantera o tierra de color.
  • En algunos casos grana cochinilla, alumbre.

Logro

Con la combustión tradicional, producir un ladrillo convencional equivale a la combustión que requiere una familia para alimentarse dos días.

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